
El secretario general de las Naciones Unidas será el Depositario del Tratado, que tendrá una duración ilimitada, y entrará en vigor noventa días después de la fecha cuando cincuenta estados depositen sus instrumentos de ratificación, aceptación o aprobación.
Previo a la ceremonia, hablaron Angela Kane, alta representante para Asuntos de Desarme; el embajador Peter Woolcott, presidente de la conferencia de las negociaciones finales del tratado; Christine Beerli, vicepresidenta permanente del Comité Internacional de la Cruz Roja; y Ana McDonald, de la organización OXFAM, en nombre de la sociedad civil.
Tras la firma, el canciller Morales Troncoso hizo un llamado a la comunidad internacional “para que aceleremos la puesta en vigor del tratado”. Se refirió al trabajoso proceso de casi siete años de negociaciones diplomáticas que tomó su aprobación, y dijo que su implementación “no puede esperar más tiempo”.
“No olvidemos que el comercio de armas es creciente; que alimenta conflictos y que genera inestabilidad en un mundo incierto, en el que todavía demasiados actores apelan a la violencia armada como método para dirigir sus controversias”, expresó el canciller Morales Troncoso. Consideró el Tratado como un instrumento jurídico “balanceado, que contribuirá con la paz y la seguridad internacional. Y estamos seguros de que su existencia inaugura una nueva era”.
El objeto del Tratado es establecer normas internacionales comunes lo más estrictas posibles para regular o mejorar la regulación del comercio internacional de armas convencionales, y prevenir y eliminar el tráfico ilícito de armas convencionales y su desvío. El propósito es que esas normas contribuyan a la paz, la seguridad y la estabilidad en el ámbito regional e internacional; reducir el sufrimiento humano y promover la cooperación, la transparencia y la actuación responsable de los estados partes en el comercio internacional de armas convencionales, fomentando la confianza entre ellos.
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